El espíritu del hombre
La mayoría de los cristianos no tienen un entendimiento adecuado acerca del espíritu humano. ¡Muchos ni siquiera han escuchado que el hombre posee un espíritu humano! Sin embargo, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento contienen muchos versículos que tratan sobre este tema.
En el Antiguo Testamento, Proverbios 20:27 dice: “Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más profundo del corazón”. Job 32:8 afirma que “espíritu hay en el hombre”. Salmos 31:5 dice: “En tu mano encomiendo mi espíritu”. Todos debemos conocer Zacarías 12:1, donde dice que el Señor “extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él”. Y en Malaquías 2:15, leemos: “Guardaos, pues, en vuestro espíritu”. Además se puede encontrar muchos otros versículos en el Antiguo Testamento que hablan del espíritu del hombre.
En el Nuevo Testamento Pablo a menudo usó la expresión: “mi espíritu” (Ro. 1:9; 1 Co. 14:14; 16:18; 2 Co. 2:13); “vuestro espíritu” (Gá. 6:18; Fil. 4:23; 1 Ts. 5:23; 2 Ti. 4:22); y “nuestro espíritu” (Ro. 8:16). En 1 Corintios 2:11 se habla del “espíritu del hombre”. Está claro que el espíritu mencionado en todos estos versículos no se refiere al Espíritu divino, sino al espíritu humano, es decir, a nuestro espíritu.
En el Antiguo Testamento, Proverbios 20:27 dice: “Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más profundo del corazón”. Job 32:8 afirma que “espíritu hay en el hombre”. Salmos 31:5 dice: “En tu mano encomiendo mi espíritu”. Todos debemos conocer Zacarías 12:1, donde dice que el Señor “extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él”. Y en Malaquías 2:15, leemos: “Guardaos, pues, en vuestro espíritu”. Además se puede encontrar muchos otros versículos en el Antiguo Testamento que hablan del espíritu del hombre.
En el Nuevo Testamento Pablo a menudo usó la expresión: “mi espíritu” (Ro. 1:9; 1 Co. 14:14; 16:18; 2 Co. 2:13); “vuestro espíritu” (Gá. 6:18; Fil. 4:23; 1 Ts. 5:23; 2 Ti. 4:22); y “nuestro espíritu” (Ro. 8:16). En 1 Corintios 2:11 se habla del “espíritu del hombre”. Está claro que el espíritu mencionado en todos estos versículos no se refiere al Espíritu divino, sino al espíritu humano, es decir, a nuestro espíritu.
Dios creó al hombre a Su imagen y conforme a Su semejanza. Gn.1:26
Este es el primer aspecto crucial y sobresaliente en cuanto a la creación del hombre. ¿Quién es la imagen de Dios? La Biblia nos dice que Cristo es la imagen de Dios [2 Co.4:4b; Col. 1:15] En Romanos 9:21 dice que Dios nos creó y nos escogió con el objetivo de que fuéramos vasos para contenerle a El. Por lo tanto, no solamente fuimos creados conforme a la imagen de Cristo, sino que también fuimos creados como vasos, en lugar de instrumentos. Dios no nos creó como instrumentos para que obráramos para El; en cambio, nos creó como vasos para contenerle.Dios creó al hombre con un espíritu.
El segundo aspecto sobresaliente en la creación del hombre es que Dios le dio al hombre un espíritu. Génesis 2:7 dice que Dios formó al hombre del polvo de la tierra. Sin duda, esto se refiere al cuerpo del hombre como la forma externa de su ser. Después de que Dios formó un cuerpo para el hombre, El sopló en su nariz el aliento de vida. El polvo no tiene vida, pero el aliento de Dios sí tiene vida. En Génesis 2:7 la palabra que se usa para aliento en Hebreo es neshamah. Se usa también en Proverbios 20:27, que dice:“ Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre”. Esto indica que el mismo aliento de vida que se sopló en el cuerpo del hombre llegó a ser el espíritu del hombre. Esto se confirma con Job 32:8, donde dice: “Ciertamente espíritu hay en el hombre"
El espíritu del hombre es producido por el aliento de Dios y el aliento de Dios llega a ser el espíritu del hombre. Además, el cuerpo del hombre y el espíritu del hombre se unieron para producir un alma viviente (Gn.2:7). Un ser humano es un alma con dos órganos. El órgano exterior es el cuerpo y el órgano interior es nuestro espíritu, el cual es el aliento de vida. Así que en 1 Tesalonicenses 5:23 se nos dice que un hombre completo está compuesto de espíritu, alma y cuerpo.
Cuando el hombre tripartito fue creado se le dio un espíritu para que éste fuera el receptor y recipiente de la vida divina (Gn. 2:7; Pr. 20:27). En. Zacarías 12:1 dice que el Señor es Aquel que extendió los cielos, fundó la tierra y formó al espíritu del hombre dentro de él. Esto muestra que solamente estas tres cosas son importantes y esenciales en este universo. Los cielos fueron creados para la tierra, la tierra, para el hombre y el hombre tiene un espíritu para Dios. Con esto vemos el propósito, el significado, del universo.
Los cielos con todas las estrellas y planetas fueron creados para la tierra. La tierra no fue creada para los cielos, sino para el hombre, ya que sin ella el hombre no podría existir. La tierra es el lugar óptimo para que podamos vivir y cumplir el propósito con el cual fuimos creados.
El hombre no fue creado para la educación, la vestimenta, el alimento, la vivienda o para el entretenimiento. El hombre existe únicamente para Dios. El hombre es un vaso que ha de contener a Dios, como tales vasos, necesitamos un receptor que pueda recibir a Dios. Dios es Espíritu (Jn. 4:24). Debido a que Dios es Espíritu, necesitamos un espíritu con el cual recibirlo. Solo nuestro espíritu puede recibir al Espíritu, puede tocar al Espíritu, contenerle y unirse a El. " Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él" (1 Corintios 6:17)
"Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, La cual escudriña lo más profundo del corazón"(Proverbio 29:27). En la época antigua las lámparas o candiles para iluminar tenían un recipiente para el aceite en el interior y una mecha para prender el fuego. Según proverbio 29:27 El hombre tiene un espíritu y es semejante a una lámpara. La lámpara por sí sola no alumbra necesita del aceite y del fuego que prenda la mecha. El aceite (Mateo 25:1-13) y el fuego (Mateo 3:11) son tipificadodos en la Biblia por el Espíritu. Si el espíritu del hombre no recibe al Espíritu de Dios (el aceite) y no es avivado (por el fuego) no podrá cumplir su función por el cual ha sido creado, ni estará conforme al propósito de Dios
El espíritu humano es el centro estratégico donde se experimenta la vida interior. Todos debemos conocer nuestro espíritu humano. Es ahí donde nacimos de nuevo y donde hemos de adorar a Dios. “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren” (Jn. 4:24); esto no se refiere al Espíritu Santo, sino a nuestro espíritu humano. En nuestro espíritu humano regenerado adoramos a Dios, le servimos, tenemos comunión con los demás creyentes, y crecemos en vida. Además, es allí donde experimentamos la vida de iglesia.
El órgano receptor. El hombre puede compararse con un radio. El Espíritu Santo es como las ondas de radio celestiales, y el espíritu humano, como el radio receptor. El receptor es nuestro espíritu. Dios ya ha hecho Su parte y ahora nosotros debemos hacer la nuestra, cuidar de nuestro espíritu. Debemos cooperar con Dios preparando este órgano apropiado para recibir lo que Dios es, lo que ha hecho y lo que hará. No es necesario que cuidemos del Espíritu Santo; Dios ya se encargó de eso. Simplemente debemos hacer nuestra parte, cuidar de nuestro espíritu humano.
Las tres partes del espíritu del hombre están relacionadas entre sí. La conciencia es la parte que rige nuestro espíritu. Si no tenemos limpia nuestra conciencia, se interrumpe la comunión, y cuando se interrumpe la comunión, la intuición no funciona.
La conciencia se menciona en Romanos 9:1: “Mi conciencia da testimonio conmigo en el Espíritu Santo”. Al unir 9:1 con 8:16, podemos ver que la conciencia está localizada en el espíritu humano. Por un lado, el Espíritu Santo da testimonio con nuestro espíritu. Por otro, nuestra conciencia da testimonio con el Espíritu Santo. Esto implica que la conciencia debe ser una función de nuestro espíritu. Es fácil conocer la conciencia; todos estamos familiarizados con ella. Una de las funciones de la conciencia es percibir lo correcto y lo incorrecto (Sal. 51:10; 34:18). Condenar o justificar es otra de sus funciones (1 Co. 5:3).
Muchas personas dicen tener comunión con Dios porque oran o hablan con Dios, al igual que nuestro servicio y adoración a Dios es un asunto de nuestro espíritu (Romanos 1:9, Juan 4:23,24). Nuestra oración debe tener su inicio y fuente en nuestro espíritu y no el alma. La diferencia radica en que cuando oramos en el alma siempre estamos centrados en nuestras propias necesidades o en nuestras obras personales, pero cuando lo hacemos en nuestro espíritu lo hacemos centrados en las necesidades de Dios y su propósito.
La comunión con Dios depende de la conciencia. Por lo tanto, es crucial la forma en que cuidamos de la conciencia. Una conciencia despejada nos introduce en la presencia del Señor y permite que tengamos una comunión viva con El. Esta comunión hace posible que nuestro espíritu perciba la voluntad de Dios directamente; ésta es la función de la intuición.
Cuando recibimos el evangelio, el Señor requirió que confesáramos nuestros pecados. Confesar nuestros pecados limpia nuestra conciencia. Sin un arrepentimiento y una confesión de nuestros pecados, no podríamos ser salvos. El Espíritu de Dios no podría entrar en nosotros. Una vez que nos arrepentimos y confesamos, el Espíritu entra en nuestro ser. Mientras más cabal sea la confesión, más se infunde el Espíritu en nuestro interior.
El espíritu del hombre es producido por el aliento de Dios y el aliento de Dios llega a ser el espíritu del hombre. Además, el cuerpo del hombre y el espíritu del hombre se unieron para producir un alma viviente (Gn.2:7). Un ser humano es un alma con dos órganos. El órgano exterior es el cuerpo y el órgano interior es nuestro espíritu, el cual es el aliento de vida. Así que en 1 Tesalonicenses 5:23 se nos dice que un hombre completo está compuesto de espíritu, alma y cuerpo.
Cuando el hombre tripartito fue creado se le dio un espíritu para que éste fuera el receptor y recipiente de la vida divina (Gn. 2:7; Pr. 20:27). En. Zacarías 12:1 dice que el Señor es Aquel que extendió los cielos, fundó la tierra y formó al espíritu del hombre dentro de él. Esto muestra que solamente estas tres cosas son importantes y esenciales en este universo. Los cielos fueron creados para la tierra, la tierra, para el hombre y el hombre tiene un espíritu para Dios. Con esto vemos el propósito, el significado, del universo.
Los cielos con todas las estrellas y planetas fueron creados para la tierra. La tierra no fue creada para los cielos, sino para el hombre, ya que sin ella el hombre no podría existir. La tierra es el lugar óptimo para que podamos vivir y cumplir el propósito con el cual fuimos creados.
El hombre no fue creado para la educación, la vestimenta, el alimento, la vivienda o para el entretenimiento. El hombre existe únicamente para Dios. El hombre es un vaso que ha de contener a Dios, como tales vasos, necesitamos un receptor que pueda recibir a Dios. Dios es Espíritu (Jn. 4:24). Debido a que Dios es Espíritu, necesitamos un espíritu con el cual recibirlo. Solo nuestro espíritu puede recibir al Espíritu, puede tocar al Espíritu, contenerle y unirse a El. " Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él" (1 Corintios 6:17)
"Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, La cual escudriña lo más profundo del corazón"(Proverbio 29:27). En la época antigua las lámparas o candiles para iluminar tenían un recipiente para el aceite en el interior y una mecha para prender el fuego. Según proverbio 29:27 El hombre tiene un espíritu y es semejante a una lámpara. La lámpara por sí sola no alumbra necesita del aceite y del fuego que prenda la mecha. El aceite (Mateo 25:1-13) y el fuego (Mateo 3:11) son tipificadodos en la Biblia por el Espíritu. Si el espíritu del hombre no recibe al Espíritu de Dios (el aceite) y no es avivado (por el fuego) no podrá cumplir su función por el cual ha sido creado, ni estará conforme al propósito de Dios
El espíritu del hombre es La morada del Espíritu de Dios
¿Por qué recalcamos la diferencia entre el Espíritu Santo y el espíritu humano? Porque nuestro mayor problema es que no conocemos al Espíritu que mora en nosotros, y que no nos damos cuenta de que nuestro espíritu es la morada del Espíritu Santo. Tampoco hemos visto que estos dos espíritus se mezclan como uno solo. ¡Es lamentable que no sepamos esto! Este es el objetivo de la economía de Dios, y muchos cristianos lo ignoran, errando así al blanco. Es como una casa a la cual no tenemos acceso porque hemos perdido la llave. Únicamente la llave puede abrirnos la casa a fin de disfrutar de todo lo que en ella hay. Por siglos el enemigo ha escondido de nosotros la llave. ¿Cuál es esta llave? Es saber que nuestro espíritu humano es la morada del Espíritu Santo, y que nuestro espíritu se ha hecho uno con el maravilloso Espíritu Santo.El espíritu humano es el centro estratégico donde se experimenta la vida interior. Todos debemos conocer nuestro espíritu humano. Es ahí donde nacimos de nuevo y donde hemos de adorar a Dios. “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren” (Jn. 4:24); esto no se refiere al Espíritu Santo, sino a nuestro espíritu humano. En nuestro espíritu humano regenerado adoramos a Dios, le servimos, tenemos comunión con los demás creyentes, y crecemos en vida. Además, es allí donde experimentamos la vida de iglesia.
El órgano receptor. El hombre puede compararse con un radio. El Espíritu Santo es como las ondas de radio celestiales, y el espíritu humano, como el radio receptor. El receptor es nuestro espíritu. Dios ya ha hecho Su parte y ahora nosotros debemos hacer la nuestra, cuidar de nuestro espíritu. Debemos cooperar con Dios preparando este órgano apropiado para recibir lo que Dios es, lo que ha hecho y lo que hará. No es necesario que cuidemos del Espíritu Santo; Dios ya se encargó de eso. Simplemente debemos hacer nuestra parte, cuidar de nuestro espíritu humano.
Las tres partes del Espíritu:
Ahora veamos algo sobre la composición del espíritu humano. [El espíritu es una entidad completa, compuesta de tres elementos o funciones: la conciencia, la comunión y la intuición. El área sombreada en el siguiente diagrama muestra las partes del espíritu.]
La conciencia
De todas las criaturas de Dios, únicamente los seres humanos tenemos conciencia. Esta es la parte interna que nos acusa o justifica (cfr. Ro. 2:15). Cuando purificamos nuestra conciencia, tratamos con nuestro espíritu y nuestro corazón. Si nunca hemos limpiado nuestra conciencia, no podemos ser útiles al Señor. Un radio tiene un pequeño receptor, sin el cual no funciona. La cubierta del radio puede estar rota, pero éste seguirá funcionando, en tanto que el receptor esté operando. Lo mismo puede aplicarse a nuestra conciencia; ésta debe mantenerse funcionando adecuadamente.La conciencia se menciona en Romanos 9:1: “Mi conciencia da testimonio conmigo en el Espíritu Santo”. Al unir 9:1 con 8:16, podemos ver que la conciencia está localizada en el espíritu humano. Por un lado, el Espíritu Santo da testimonio con nuestro espíritu. Por otro, nuestra conciencia da testimonio con el Espíritu Santo. Esto implica que la conciencia debe ser una función de nuestro espíritu. Es fácil conocer la conciencia; todos estamos familiarizados con ella. Una de las funciones de la conciencia es percibir lo correcto y lo incorrecto (Sal. 51:10; 34:18). Condenar o justificar es otra de sus funciones (1 Co. 5:3).
La comunión
La comunión se refiere a nuestra relación con Dios (Jn. 4:24; Ro. 1:9). En nuestro espíritu, tal función hace posible que tengamos contacto con Dios (Ef. 6:18; Lc. 1:47; 1 Co. 6:17). En otras palabras, tener comunión es tocar y contactar a Dios.Muchas personas dicen tener comunión con Dios porque oran o hablan con Dios, al igual que nuestro servicio y adoración a Dios es un asunto de nuestro espíritu (Romanos 1:9, Juan 4:23,24). Nuestra oración debe tener su inicio y fuente en nuestro espíritu y no el alma. La diferencia radica en que cuando oramos en el alma siempre estamos centrados en nuestras propias necesidades o en nuestras obras personales, pero cuando lo hacemos en nuestro espíritu lo hacemos centrados en las necesidades de Dios y su propósito.
La comunión con Dios depende de la conciencia. Por lo tanto, es crucial la forma en que cuidamos de la conciencia. Una conciencia despejada nos introduce en la presencia del Señor y permite que tengamos una comunión viva con El. Esta comunión hace posible que nuestro espíritu perciba la voluntad de Dios directamente; ésta es la función de la intuición.
La intuición
Conocer la intuición, sin embargo, no es tan fácil. La intuición habla de un sentir o conocimiento interno (Mr. 2:8). Este sentir proviene de nuestro espíritu, sin necesidad de analizar las razones, circunstancias o trasfondo. Es un sentir interior donde no interviene la razón, un sentir que no es “razonable” (1 Co. 2:11). Este es un sentir directo que proviene de Dios, un conocimiento directo que viene de El. Esta función es a lo que llamamos la intuición del espíritu. Por lo tanto, el espíritu incluye las funciones de la conciencia, la comunión y la intuición.Cuando recibimos el evangelio, el Señor requirió que confesáramos nuestros pecados. Confesar nuestros pecados limpia nuestra conciencia. Sin un arrepentimiento y una confesión de nuestros pecados, no podríamos ser salvos. El Espíritu de Dios no podría entrar en nosotros. Una vez que nos arrepentimos y confesamos, el Espíritu entra en nuestro ser. Mientras más cabal sea la confesión, más se infunde el Espíritu en nuestro interior.
En conclusión:
El hombre en el estado en que fue creado tiene dos órganos: el cuerpo y el espíritu. Nuestro cuerpo no es nuestro ser, es decir nuestra persona; simplemente es un órgano. Cuando un ser humano muere, su persona deja su cuerpo. Aunque su cuerpo se queda aquí, su persona se ha ido. Por tanto, el cuerpo es un órgano, no una persona. El cuerpo es el medio por el cual se expresa su persona.
La Biblia le da gran importancia al espíritu humano, porque éste es la clave para experimentar el Espíritu divino. Nuestro espíritu es la morada del Espíritu Santo y el órgano por el cual recibimos al Espíritu de Dios.
Al igual que el cuerpo, el espíritu también es un órgano. Mientras que el cuerpo es un órgano externo para contactar el mundo físico, el espíritu es un órgano interno para contactar a Dios y la esfera espiritual. El hombre, en el estado en que fue creado, tiene un cuerpo como su órgano externo, un espíritu como su órgano interno para contactar con Dios y un alma como su persona. El propósito de Dios es que todo el ser del hombre exprese a Dios.
La Biblia le da gran importancia al espíritu humano, porque éste es la clave para experimentar el Espíritu divino. Nuestro espíritu es la morada del Espíritu Santo y el órgano por el cual recibimos al Espíritu de Dios.
Nuestro espíritu tiene tres partes: la conciencia, la comunión y la intuición. Debido a que la conciencia es la parte principal del espíritu, debemos mantenerla limpia mediante la confesión. Una conciencia pura ayuda a que las otras partes de nuestro ser interior funcionen debidamente y permiten que el Señor fluya en nosotros de manera continua.
Si no tuviéramos un espíritu nuestra existencia carecería de sentido. Asimismo, si no existiera Dios en el universo, el universo entero llegaría a estar vacío. Si Dios no fuera el Espíritu y si nosotros no tuviéramos un espíritu para contactar a Dios, para contener a Dios, para ser uno con Dios, el universo entero estaría vacío, y nosotros seríamos la nada. Con esto vemos la importancia de nuestro espíritu.
Si no tuviéramos un espíritu nuestra existencia carecería de sentido. Asimismo, si no existiera Dios en el universo, el universo entero llegaría a estar vacío. Si Dios no fuera el Espíritu y si nosotros no tuviéramos un espíritu para contactar a Dios, para contener a Dios, para ser uno con Dios, el universo entero estaría vacío, y nosotros seríamos la nada. Con esto vemos la importancia de nuestro espíritu.