El valor de la sangre de Cristo
Antes de todo quiero aclarar un punto importante: Muchos predicadores hablan sobre la sangre de Cristo y se escriben frases en las redes sociales tales como la sangre de Cristo tiene poder, nos cubre, nos libra de todo mal, nos bendice. Etc. Hay muchos cristianos que piensan en la cruz y en la sangre de Cristo de manera supersticiosa como si fueran amuletos de protección, o un manto de protección mística contra el mal. ¿Son correctas estas enseñanzas? ¿Tienen fundamento bíblico?
Mucha gente está llena de supersticiones, y cuando se convierten, no se desprenden de ellas, sino que las traen a su nueva fe, generando nuevas doctrinas que no están en la Biblia. Cuando un cristiano afirma que la cruz o la sangre de Cristo le protege de todo mal, está afirmando algo que no tiene fundamento en la Biblia, sino en las supersticiones humanas. Está dando un poder a la sangre, o una cruz física o a cualquier cosa relacionada con Dios que no lo tienen en sí mismo. A la luz de las escrituras, la cruz y la sangre de Cristo como un manto místico, NO nos protege, NO tiene poder, NO nos bendice, NI nos transforma. No encontramos ni uno solo pasaje en la biblia que relacione la sangre de Cristo o la cruz con la protección contra el mal para darnos seguridad o poder.
También usar la cruz como amuleto, presinarse con la señal de la cruz, el agua que llaman bendita, las imagenes religiosas, las estampitas religiosas, poner velas a imagénes, rezar un rosario de forma repetitiva, oraciones a santos o usar cualquier otra cosa religiosa etc... Para proteger nuestras vidas, familias o finanzas. Estas acciones cuya fuente es la supertición, NO estan basadas en la palabra de Dios.y por tanto está detras Satanas.
Todo estos concéptos superticiosos y creencias en cuanto a la sangre, lo quieren basar ciertas personas en la situación que el pueblo de Israel tuvo en Egipto cuando pusieron la sangre en los dinteles de las puertas como señal para ser libre del juicio de Dios que venía sobre los egipcios. La sangre no era para protección de ningun mal de Satanas sino que era para que el juicio de Dios no recayera sobre el pueblo de Dios. (Éxodo. 12:7-23)
En Éxodo 12:13 la señal de la sangre del cordero que se sacrificaba en la pascua en Egipto era para redimir a Israel y librarlo del juicio divino. Esta es otra de las mejores ilustraciones en el Antiguo Testamento que ilustra nuestra redención. La sangre se colocaba en el dintel, delante de la puerta, mientras que la comida, la carne del cordero, se comía siempre dentro de casa; y dijo Dios: “Y veré la sangre y pasaré de vosotros” Aquí vemos, por tanto, una ilustración que nos muestra como la sangre no fue ofrecida primeramente para el hombre sino para Dios, puesto que la sangre se ponía sobre el dintel y enfrente de la puerta en el exterior, donde no podía ser vista por los que estaban dentro de la casa, sino solo por Dios.
En este cuadro de Éxodo de la redención, Jesús representaba el cordero pascual que sacrificaron para poner la sangre en los dinteles para que el juicio de Dios pasará de largo. A la luz de las escrituras esto es una figura de nuestra salvación donde de igual manera Jesús recibió el juicio de Dios al derramar su sangre por nosotros. Nosotros tan solo debemos aceptar y creer que su sangre nos limpia y libra del juicio de Dios sobre nuestros pecados que es la muerte. Gracias a su sangre el jucio de Dios ya no recae sobre nosotros.
El verdadero valor y significado de la sangre de Cristo
El pecado se introdujo por la desobediencia del hombre a Dios, creando una separación entre Dios y el hombre, por la cual el hombre tiene que salir fuera de su presencia y Dios ya no puede seguir teniendo comunión con él, pues hay algo que se lo impide, y ese algo es lo que se conoce en la Escritura como “pecado.” El pecado constituye una barrera que produce en el hombre un sentimiento de culpa y de condenación. (Romanos 5:19)
La sangre no tiene en si misma ningun poder especial solo tiene valor delante de Dios de manera objetiva para hacernos aceptos, perdonados y limpiados para acercarnos a Dios, y es debido a que Cristo llevó el juicio que debía recaer sobre nosotros. La Biblia afirma que la sangre de Cristo fue derramada ¿Para qué? según Mateo 26.28. Para la remisión de los pecados. Remisión significa perdón, cancelación de la deuda ante la justicia divina. Por medio de la sangre de Cristo, Dios estaba perdonando nuestros pecados. Cancelando la deuda que teníamos con Él por causa del pecado. Por tanto la sangre de Cristo No cubre nuestros pecados sino que los borra y limpia, que es algo muy diferente. Cuando usted cubre algo, ese algo permanece ahi aunque cubierto, pero cuando usted borra o limpia algo significa que es quitado de delante de mi.
Para redimirnos y traernos de vuelta al propósito de Dios, el Señor Jesús tuvo que hacer algo acerca de estas tres cuestiones: el pecado que nos inculpa ante Dios, la culpa en nuestra conciencia y las acusaciones que nos imputa Satanás. Para resolver estas cuestiones, esta redención se efectuó a través de la preciosa Sangre de Cristo. Por tanto la sangre no tiene ningun poder especial, sino que tan solo es para librarnos del justo juicio de Dios
La sangre resuelve el problema del pecado ante Dios
A través de todo el Antiguo y del Nuevo Testamento la palabra “Sangre” se utiliza en conexión con la idea de expiación, y en todas es algo que se ofrece para Dios. En Levítico 16 nos encontramos que, en el Día de la Expiación, la sangre era tomada de la ofrenda por el pecado y se llevaba al Lugar Santísimo donde era rociada delante del altar del Señor siete veces, solamente por El sumo sacerdote para hacer la expiación. ¿Por qué? Porque el sumo sacerdote representaba al Señor Jesús en su trabajo de redención (Hebreos 9:11, 12), y por eso, figuradamente, Él era el único que podía hacer ese trabajo, el cual Dios aceptaba y quedaba satisfecho. Por eso la Sangre es, en primer lugar, no para nosotros sino para Él, con el fin de que el problema causado por el pecado en contra de su justicia y santidad fuere resuelto a favor de nosotros para que pudieramos acercarnos a El.
La Sangre es el precio que Cristo ha pagado como expiación de nuestros pecados, y es el valor que se dio por ellos. Este pago tiene que ver primeramente con nuestra posición ante Dios. Todos los hombres necesitábamos el perdón puesto que todos hemos pecado, y estamos bajo pecado y el juicio de Dios (Romanos 3:9,23). Cristo pagó aquel precio por nuestros pecados cometidos que nos colocaron bajo del juicio de Dios; y estos pecados fuerón olvidados y perdonados, no porque Dios pase por alto lo que hemos hecho sino porque Dios mira la Sangre. Por eso decimos que la Sangre es primero y fundamentalmente, no es para nosotros, sino para Dios.
Es la santidad de Dios, la justicia de Dios es la que debe ser satisfecha, más Si Dios puede aceptar la Sangre como pago por nuestros pecados para cumplir y satisfacer sus demandas, y como el precio de nuestra redención, entonces podemos descansar confiados de que la deuda ha sido pagada y la justicia de Dios satisfecha.
Tampoco hay ninguna declaración en la Biblia que diga que la Sangre lava nuestros corazones. Interiormente solo somos lavados por la Palabra de Dios y el Espíritu. Su operación no es de esa manera subjetiva, es decir como una experiencia interior, sino que es una operación totalmente objetiva, es decir que es solo para que Dios nos vea limpios delante de El. El ser limpiados por la sangre No depende de si sentimos el perdón o no, depende tan solo de la fidelidad de Dios y su justicia, la cual Cristo cumplió por nosotros. Aleluya que tenemos la promesa que "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad"(1 Juan 1:9)
La culpa del pecado en nuestra conciencia
Cada uno de nosotros sabe cuán precioso es tener una conciencia libre de ofensa en nuestro trato con Dios. Un corazón de fe y una conciencia libre de acusación son esenciales para nosotros. Tan pronto como encontremos que nuestra conciencia está intranquila, nuestra fe se debilita e inmediatamente encontramos que no podemos mirar a Dios cara a cara. Y para poder seguir andando con Dios debemos conocer día a día el valor de la Sangre. Somos hechos cercanos por la Sangre cada día, cada hora y cada minuto. La sangre delante de Dios nunca pierde su eficacia.
En muchas ocasiones el pecado produce en nosotros un sentimiento de suciedad y muerte y esto es lo que Satanas utiliza para culpar nuestra conciencia, debilitar nuestra fe y para que no miremos al Señor y su sangre que nos limpia cuando confesamos nuestros pecados.
Debemos cuestionarnos ¿Cúal es nuestra base por la que entramos en la presencia de Dios: nuestras obras y méritos o la sangre de Cristo? Si has tenido un buen día o un mal día, o si has pecado conscientemente o no, tu base de acercamiento es siempre la misma y no lo que hayamos hecho bueno o malo: sino que es ¡la Sangre de Cristo! Este es el terreno sobre el cual puedes entrar, y no hay otro.
Una conciencia limpia nunca se apoya sobre nuestra propia espiritualidad o en nuestras obras; sólo puede basarse en la obra del Señor Jesús en el derramamiento de su Sangre. La entrada a la presencia de Dios, no es por mis méritos sino por la sangre de Cristo derramada en la cruz.
En conclusión
La sangre satisface los justos requisitos de Dios y es vertida no sólo para purificar nuestra conciencia sino también para cumplir lo que exige la ley de Dios, y sin ella nosotros no podemos ser salvos ya que somos pecadores. No somos salvos porque lo merezcamos sino porque el Señor vertió Su sangre y Dios nos aceptó. Nos atrevemos a acercarnos a Dios por la eficacia de la sangre que el Señor derramó y no por nuestros propios méritos. La sangre satisface a Dios y hace que El reconozca que estamos limpios.
La acusaciónes de Satanas
La principal actividad estratégica de Satanás hoy en día es acusar a los hermanos (Apocalipsis 12:10)
¿Cuál debe ser, por tanto, nuestra actitud con Satanás? Esto es importante, pues no solamente nos acusa delante de Dios sino también a nuestras conciencias, y nos dice, “Tú has pecado, y continuas pecando. Tú eres débil, y Dios no quiere saber más nada de ti.” Este es su argumento.
Ahora bien, la razón por la que aceptamos con tanta facilidad sus acusaciones es porque todavía estamos esperando encontrar algún tipo de justificación o defensa en nosotros mismos y luego somos tentados a admitir de que somos un fracaso. Satanás tiene mucho éxito cuando nos miramos a nosotros mismos, aceptamos sus acusasiones y nos sentimos fracasados, es entonces cuando caemos en su trampa, en depresión y desespero. Cuando esto nos ocurre, quiere decir que no hemos visto el valor de la eficacia de la sangre.
Dios no puede hacer nada con un hombre que se mantenga bajo acusación, puesto que ese hombre no confía ni cree en la Sangre. La Sangre le defiende en su favor, pero él decide oír y aceptar las acusaciones de Satanás. Cristo es nuestro Abogado, pero nosotros, los acusados, nos ponemos al lado del acusador. No hemos reconocido que solamente Dios puede responder al acusador, y que esto es lo que ya lo ha hecho en la preciosa Sangre.
Nuestra salvación se encuentra en mantenernos mirando al Señor Jesús y en que veamos que la Sangre del Cordero ha suplido y cubierto toda la situación creada por nuestros pecados, en saber que ya ha sido resuelta y respondida. Nunca deberíamos intentar responder a Satanás con nuestra buena conducta sino siempre con la Sangre. Sí, claro que somos pecadores, pero, ¡gloria a Dios! La Sangre nos limpia de todo pecado. Dios mira la Sangre en la que su Hijo ha repelido las acusaciones y Satanás ya no tiene base alguna para sus ataques. Nuestra fe en la preciosa Sangre y nuestra rechazo de salirnos de esa posición son las que únicamente pueden silenciar sus cargos contra nosotros y echarlo fuera de nuestra presencia (Romanos 8:33, 34); y así será hasta el fin de los tiempos (Apocalipsis 12:11).
La eficacia eterna de la sangre
Cuando Juan dijo que la sangre que nos limpia, o que nos redime, es la sangre de Jesús, añadió el título “Su Hijo”, es decir, el Hijo de Dios (1 Jn. 1:7). La sangre que fue derramada en la cruz es la sangre no sólo del hombre Jesús, sino también de Jesús el Hijo de Dios. La sangre de Jesús es la sangre genuina de un hombre. Sólo la sangre humana puede redimir al hombre. Por supuesto, Dios no tiene sangre que pueda derramar, pero aun si la tuviera, esa sangre no sería apta para redimir al hombre. El hombre tiene que ser redimido mediante el derramamiento de sangre humana.
Por consiguiente, la sangre de Jesús es la sangre genuina de un hombre genuino que es plenamente apta para redimir al hombre. No obstante, si la sangre de Jesús fuera sólo la sangre de un hombre, no tendría eficacia eterna. Por tanto, en 1 Juan 1:7 el apóstol Juan añade el título: “Su Hijo”, el Hijo de Dios, para hacer referencia a Su divinidad. Este Jesús no sólo es el Hijo del Hombre que derramó la sangre de un hombre genuino, sino que también es el Hijo de Dios que es el eterno Dios que garantiza la eficacia de Su sangre por la eternidad.
¡OH que maravillosa liberación se da en nuestras vidas cuando vemos el valor que tiene a los ojos de Dios la preciosa Sangre de su amado Hijo!
Apuntes de Libros: La vida cristiana normal. (W. Nee)
La preciosa sangre de Cristo (W. Lee)