La experiencia de vida



Experimentar a Dios equivale a experimentar la vida. 

Toda experiencia de vida involucra una experiencia íntima con Dios y un contacto con El. Toda experiencia que no implique contacto con Dios, no constituye una experiencia de vida. Entonces, ¿Qué podemos considerar una experiencia de vida? la experiencia que proceda de una verdadera comunión con Él.

Toda experiencia que proceda del hombre no constituye una experiencia de vida, es artificial y proviene de sus propios esfuerzos; no resulta de la manifestación de Dios a través del hombre ni del hombre a través de Dios. Así que, no puede considerarse una experiencia de vida.

Por ejemplo, a veces el arrepentimiento de una persona no se debe a la iluminación de Dios, sino a la propia introspección humana o remordimiento. Puesto que esto no requiere que el hombre toque a Dios, tal arrepentimiento no es una experiencia de vida. El arrepentimiento que resulte de la iluminación de Dios ciertamente hará que el hombre tenga un contacto verdadero con Dios; por lo tanto, es una experiencia de vida.

Cuando en nuestra oración nos encontramos con Dios y somos iluminados, vemos nuestra propia imperfección y la tratamos en la presencia de Dios. No es que nosotros descubramos nuestros propios defectos, sino que, al acercarnos a Dios, nos encontramos cara a cara con Dios interiormente, y así vemos nuestra propias carencias.

Dios es luz; así que, cuando nos encontramos con El, vemos nuestra imperfección a la luz de El. Desde luego, confesamos a Dios y pedimos que Su sangre nos limpie. Tal experiencia nos hace experimentar a Dios; por lo tanto, es una experiencia de vida. Todas las experiencias de vida provienen de Dios y son Su operación dentro de nosotros; por lo tanto, nos permiten contactar a Dios y experimentarlo.

¿Deseas recibir la vida de Dios y nacer de Dios? Puedes orar así
Señor reconozco que soy pecador.
Creo que moriste por mis pecados
y que resucitaste de entre los muertos.
Te entrego mi vida a ti.
Señor límpiame con tu sangre
Te recibo como mi Señor y Salvador de mi vida.
Entra en mí!¡ lléname de tu vida!
Señor Jesús, haz de tu voluntad y propósito en mí.

Amén.
 

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