Orar según la voluntad de Dios



El hombre tiene libre albedrío, por lo que Dios para hacer su obra y voluntad necesita la colaboración del hombre, en la oración para que El ejerza su gobierno y autoridad. Los hombres en la tierra, como la iglesia, debemos de ponernos de acuerdo con Dios para que su voluntad se cumpla.

Muchos creyentes sinceros hacen oraciones largas y elaboradas, pero no reciben respuestas de parte de Dios. En la oración, las palabras son indispensables, pero nuestras palabras deben ir al grano; deben ser palabras que toquen el corazón de Dios y lo conmuevan de tal forma que no tenga más alternativa que conceder nuestras peticiones. Las palabras específicas son la llave de la oración, pues concuerdan con la voluntad de Dios, y El no puede evitar responderlas.

La llave de la oración en algunos ejemplos de las Escrituras.

 En Génesis 18:25, Abraham se aferraba al hecho de que Dios es un Dios justo; ésa fue la llave de su oración, basarse en la justicia de Dios. La destrucción de Sodoma y Gomorra era la terrible consecuencia de su pecado y era la manifestación de la justicia de Dios. Cuando Dios destruyó esas ciudades, no cometió ninguna injusticia en contra de ningún hombre justo; El “rescató al justo Lot, oprimido por la conducta licenciosa de los inicuos” La oración de Abraham fue concisa y recibió respuesta. No hubo injusticia en Dios. El no hizo morir al justo con el impío.

En Josué 7 Después de un triunfo tan poderoso en Jericó, ¿por qué los hijos de Israel sufrieron una derrota tan aparatosa en Hai? Lo único que Josué podía hacer era postrarse ante Dios, acudir a El, esperar, y preguntarle por la causa de la derrota. Josué estaba afligido por el peligro en que se hallaba Israel, pero se afligía aún más a causa de la deshonra que esto había traído al nombre del Señor; por lo tanto, inquirió: “¿Qué harás tú a tu grande nombre?” Esta fue la llave de su oración. A Dios le importaba Su propio nombre, y no podía tolerar el pecado entre Su pueblo. El escuchó la oración de Josué y lo instruyó a que descubriera el pecado que había causado el problema y le pusiera fin. La deshonra que esto trajo al nombre de Dios le causó gran dolor, y su súplica le recordó a Dios que solucionara este asunto por causa de Su propio nombre. Su oración fue al grano y produjo una respuesta de parte de Dios. Después de que Josué esclareció la causa de la derrota de Israel, se levantó muy temprano para dar por terminado el asunto y descubrió que el pecado era la codicia de Acán. Cuando Israel eliminó ese pecado, la derrota se convirtió en victoria.

“Hubo hambre en los días de David por tres años consecutivos. Y David consultó a Jehová” (v. 1). David no hizo una oración sencilla diciendo: “Oh Dios, este período de hambre ha durado tres años; te rogamos que tengas misericordia de nosotros. Ponle fin a esto y concédenos una cosecha abundante este año”. No, David no oró de esta manera. “David consultó a Jehová”. El buscó la causa del hambre. La consulta de David fue al grano; tocó la llave. Dios dijo: “Es por causa de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los gabaonitas” (v. 1). Dios no tolerará el pecado de romper un voto, y David tuvo que eliminar este pecado. Después que resolvió ese problema, la palabra de Dios relata que “Dios fue propicio a la tierra después de esto” (v. 14). David poseía la llave de la oración; por eso fue al grano, y su oración produjo la res-puesta de Dios. 
(2 Samuel 21:1-9, 14 )

La oración conforme a la voluntad de Dios

Las oraciones del Señor Jesús (Juan 12:27-28; Mateo 26:39-46) El Señor no tuvo en cuenta sus sentimientos humanos y antepuso la voluntad del Padre. En Mateo 15:22-28 La mujer cananea obtuvo respuesta cuando comprendió con quien estaba tratando y encontró la oración clave para que el Señor le diera respuesta.

En 1 Juan 5:14 vemos claramente que Dios oye las oraciones que son conforme a su voluntad. La oración conforme a la voluntad de Dios es solamente posible cuando estamos en armonía con Su voluntad. No es el ejercicio de forzar a Dios a que complazca las emociones de los hombres.

"De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo" (Mateo 18:18) Todo lo que no este conforme a la voluntad de Dios necesita ser atado, y todo lo que esté de acuerdo con Dios necesita ser desatado.

Este versículo se refiere a la iglesia en cuanto a su relación con la voluntad de Dios. Aunque vemos que no es el cielo el que ata y desata primero, sino la Tierra. Aquí vemos el principio de acuerdo con el cual Dios obra: cualquier cosa que Él quiera, si el hombre no la quiere, Él no la hará. No podemos pedirle a Dios que haga lo que Él no quiere; sin embargo, podemos no permitir que El haga lo que quiere si no colaboramos con El en oración. De esta manera cuando la iglesia ha atado o desatado, Dios también atará, o desatará. Cuando los hombres conocen su voluntad con el beneplácito de Dios, la acción del cielo estará sujeta por la acción de la Tierra.

Hay un ejemplo en el Antiguo Testamento para ilustrar cómo la Tierra gobierna al cielo. Cuando Moisés, en la cumbre del collado, alzaba la mano, Israel prevalecía; pero cuando bajaba la mano, Amalec prevalecía (ver Éxodo 17: 8-16). ¿Quién decidía la victoria o la derrota de la batalla que se libraba al pie del collado? ¿Era Dios el que la determinaba o era Moisés? En el cielo, el asunto es decidido por Dios, pero delante de los hombres es decidido por Moisés. En el cielo, Dios quiere que los hijos de Israel tengan victoria; sin embargo, en la tierra, si Moisés no sostiene su mano arriba, Israel será derrotado; pero si la sostiene, Israel tendria la victoria.

El Señor desea que le demandemos que cumpla su voluntad y mediante la oración ejerzamos su autoridad. Así dice el Señor, el Santo de Israel, y su Formador: "Preguntadme de las cosas por venir, mandadme acerca de mis hijos, y acerca de la obra de mis manos" (Isaías 45:11). Este versículo es claro solo podemos demandar de Dios sobre las obras de sus manos y no sobre ningún asunto que no este en sus manos, ni en su propósito o voluntad.

El ministerio de la oración de la Iglesia y su autoridad

Dios desea hacer algo, y la Iglesia en la Tierra ora por ello con anticipación, de modo que pueda ser realizado en la Tierra, para que así cumpla el propósito de Dios. La Iglesia coopera con Dios cuando ora conforme a la voluntad de Dios y los miembros están en armonía unos con otros. Por supuesto, que Dios en el cielo tiene poder ilimitado. Sólo en la Tierra, en la época presente, la manifestación de su poder, depende de cuánto la Iglesia ora conforme a su voluntad.

La oración personal y la de la iglesia deben ser hechas en el Espíritu y conforme a la voluntad de Dios. Nuestras oraciones tienen valor cuando su punto de mira es el propósito de Dios y su voluntad. 

Apuntes: La oración, la llave de la oración. -Wachtman Nee -

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