El Espíritu santo en Jesús
Por muchos años no pude comprender ni explicar adecuadamente por qué el Señor Jesús, que fue concebido por el Espíritu Santo y que vivió por el Espíritu Santo treinta años, aún necesitaba que el Espíritu descendiera sobre El en el momento de Su bautismo. Cuando se bautizó, ¿No tenía ya el Espíritu en El? Ciertamente ya tenía el Espíritu internamente. Entonces ¿Por qué el Espíritu descendió sobre El? Esto no indica en absoluto que existen dos Espíritus, uno que moraba en el Señor Jesús y otro que descendió sobre El. Puesto que existe un solo Espíritu (Ef. 4:4), ¿Cómo pudo este Espíritu morar en el Señor Jesús y al mismo tiempo descender sobre El? La respuesta a esta pregunta se sabe al entender uno que el Espíritu tiene dos aspectos, el aspecto esencial y el aspecto económico.
El primer aspecto está relacionado con su existencia. Su ser divino. Los cuatro evangelios también revelan que el Hijo vino por medio del Espíritu. El fue concebido y nació por obra del Espíritu Santo en cuanto a Su esencia. Debido a esto, el Espíritu llegó a ser la esencia de Su ser. El vino con la esencia divina. Además, adquirió la esencia humana de parte de María. Esto significa que Su ser, como Dios-hombre, tenía dos esencias: la divina y la humana. Así que, el Señor era tanto Dios como hombre; el Dios completo y un hombre perfecto.
Por tanto, el segundo aspecto está relacionado con su humanidad y su ministerio terrenal. Por treinta años el Señor Jesús vivió en la tierra como un Dios-hombre, y a esa edad comenzó su ministerio durante tres años y medio. Para realizar Su ministerio en su parte humana necesitaba que el Espíritu de Dios descendiera sobre El ( Marcos 1:9) no en el aspecto esencial, sino en el económico. Este descenso del Espíritu sobre el Señor Jesús tenía como fin que El llevara a cabo el propósito de Dios y no se relacionaba con Su esencia divina (Lucas 4.18). En Jesús, el Espíritu Santo en el aspecto esencial era Su esencia divina, pero al ser también humano, para llevar a cabo la obra de Dios, necesitaba que el Espíritu Santo descendiera sobre El como la unción en el aspecto de su economía.
Así pues, cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, Él vino con el Padre y el Padre estaba con Él. Entonces, podríamos seguir preguntando: después de Su bautismo, cuando subió del agua y se quedó de pie ahí, ¿Por qué el Padre habló desde los cielos? ¿No había venido el Padre ya con Él? ¿No estaba el Padre siempre con Él? Entonces, ¿Cómo es que el Padre estaba también en los cielos? Aquí debemos ver los dos aspectos relacionados con la Trinidad Divina: el aspecto esencial y el aspecto económico. Conforme al aspecto esencial, desde el momento en que el Señor Jesús entró en el vientre de María, Él no solamente vino del Padre, sino también con el Padre. Conforme al aspecto económico, al momento de Su bautismo, el Padre todavía estaba en los cielos.
Cuando Cristo trabajó con el Padre, Él no trabajó con el Padre que estaba meramente en el cielo, sino con el Padre que estaba con Él y en Él. Esta verdad respecto a la obra de Cristo realizada con el Padre es contraria a la enseñanza tradicional que afirma que mientras el Hijo estaba en la tierra, el Padre estaba solamente en los cielos. En el aspecto económico, el Hijo estaba en la tierra y el Padre en los cielos; pero en el aspecto esencial, mientras el Hijo trabajaba en la tierra, el Padre vivía en Él y trabajaba con Él. En el aspecto esencial, el Padre y el Hijo son uno (10:30); Ellos no pueden ser separados. Por tanto, Cristo trabajó con el Padre siendo uno con Él.
La experiencia de Jesús en la cruz
Cuando Jesús fue crucificado, El cargó sobre Sí mismo los pecados de toda la humanidad. En otras palabras, El se hizo pecado por nosotros (1 P. 2:24; 2 Co. 5:21). El Dios justo aplicó Su juicio sobre Jesús por los pecados de todos los hombres. En aquel momento, Dios puso sobre Jesús todos los pecados de la humanidad. Por consiguiente, el Dios Santo tuvo que apartarse de El, es decir, que el Espíritu económico se apartó de Jesús. Esta es la razón por la que El clamó: “Dios Mío, Dios Mío, ¿Por qué me has desamparado? ”Muchos cristianos nunca han visto la diferencia entre el aspecto esencial y el aspecto económico de la Trinidad. Cuando el Señor Jesús, el Dios-Hombre, murió en la cruz bajo el juicio de Dios, Dios mismo estaba en El como la esencia de Su ser, pero en el aspecto económico, Dios se apartó de El al ejecutar Su justo juicio. Esencialmente, en la cruz Cristo era Dios. Económicamente, Dios lo dejó mientras moría Su muerte vicaria por los pecadores (Mt. 27:45-46).Ahora se necesita ver que este Espíritu, el Espíritu que engendra e imparte la esencia divina, nunca se apartó de Él esencialmente. Incluso, mientras clamaba en la cruz: “Dios Mío, Dios Mío, ¿Por qué me has desamparado?” Él aún tenía al Espíritu esencial. Entonces, ¿Quién lo desamparó? Fue el Espíritu que descendió sobre Él y lo ungió, mediante el cual se ofreció como hombre a Dios, este aspecto del Espíritu fue quien lo desamparó en su ministerio terrenal (Heb 9:14). Después de que Dios aceptara a Cristo como ofrenda todo-inclusiva, el Espíritu que unge lo desamparó económicamente. Sin embargo, el Espíritu divino aún estaba en Él esencialmente. Por supuesto, esto no quiere decir que existan dos Espíritus Santos, sino más bien, que el Espíritu Santo, el cual es único, posee dos aspectos: el aspecto esencial y aspecto ministerial.
El aspecto esencial le dio la existencia al Señor Jesús, mientras que el aspecto ministerial lo capacitó para llevar a cabo Su obra, esto es, Su economía y propósito. Debe impresionarnos el hecho de que mientras el Señor Jesús moría en la cruz por nuestros pecados, Dios estaba en él esencialmente.