Vivir a Cristo


Las religiones ofrecen principios, reglas y metas, pero no ofrecen una vida que llene y transforme a las personas, solo Cristo te ofrece tal vida. ¡¡Esta es la gran diferencia !! Muchos cristianos tienen el concepto de que deben imitar a Cristo, ser como El y cumplir lo que Él dice, pero no experimentan que solo la Vida de Cristo en ellos puede cumplir sus enseñanzas y lo que El dijo.

Seguir las enseñanzas de Cristo no es suficiente, si tan solo te quedas ahí, estás en la religión, pero si experimentas a Cristo en tu interior, su amor, su bondad, su paz, su paciencia y sus virtudes fluyen en usted, entonces estás en Cristo y en Él no hay religión.

Usted no puede imitar a Cristo mediante su yo y sus esfuerzos porque fracasará. Sin depender de su vida y sin experimentar a Cristo, la vida cristiana es imposible de vivir. Solo Cristo en usted la puede vivir. Es cierto que el Señor requiere de nuestra colaboración por medio de la fe, que procede de Él, y de nuestra comunión con Él y dependencia de El. Nosotros solo somos vasos para contenerle y expresarle.

Cuando somos conscientes de nuestro orgullo, pensamos que la humildad es lo que nos hace falta; pero lo que en verdad necesitamos no es nuestra propia humildad mejorada sino a Cristo y su humildad en mi. Cristo es la respuesta para cada una de nuestras imperfecciones. Dios nos ha dado su Hijo para ser nuestra vida, y sólo necesitamos estar “en Cristo” para que todo lo que es de Cristo venga a ser nuestro al permitir que El viva en nosotros. “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Ga. 2:20)

La vida cristiana es nada menos que la vida de Cristo en nosotros. Es la propia vida de Cristo reproducida en nosotros. Vivir a Cristo es permitir que sus pensamientos, virtudes, sus sentimientos, deseos y sentir se instalen en su interior. Es por eso que vivir a Cristo no es una religión, sino que es permitir que su persona viva en nosotros. Solo viviendo a Cristo hay gracia, bendición y victoria sobre el yo, el pecado y el enemigo de Dios.

La unica ofrenda agradable a Dios es Cristo, es decir lo único que agrada a Dios es la vida de Cristo manifestándose en nosotros. Cuando Cristo vive y mora en nosotros el corazón de Dios es complacido y experimentamos a Dios. Conforme a la economía de Dios revelada en el Nuevo Testamento, la meta de la vida cristiana consiste en vivir a Cristo.

Decir que Cristo es el pensamiento central de la Biblia es muy objetivo; por tanto, debemos proseguir y experimentarlo subjetivamente. Por ejemplo, el Señor Jesús dijo: “Permaneced en Mí, y Yo en vosotros” (Jn. 15:4). Aunque esta es una expresión sencilla, tiene un significado muy profundo. ¿Cómo podemos permanecer en otra persona y en qué forma ésta puede permanecer en nosotros? Es imposible que los seres humanos puedan morar el uno en el otro. No obstante, la vida humana sí puede morar en la vida divina, y la vida divina, en la humana. Esto significa que Dios puede morar en nosotros y nosotros en El.

Tal vez algunos pregunten cómo nosotros, siendo seres humanos insignificantes, podemos morar en Dios, y cómo El, siendo tan infinitamente grande y poderoso, puede morar en nosotros. No obstante, nosotros debemos creer las palabras del Señor: “Permaneced en Mí, y Yo en vosotros”, y simplemente debemos decir “amén” a Sus palabras.

En Gálatas 2:20 Pablo declara: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Afirmar que Cristo vive en nosotros es aun más enfático que declarar que El permanece en nosotros. Declarar que Cristo vive en nosotros implica que El tiene plena libertad de hablar, actuar y expresarse. El puede hacer en nosotros lo que le plazca, debido a que El nos redimió y nos hizo Su morada.

Según Efesios 3 Pablo pidió al Padre que nos fortaleciera por medio del Espíritu en nuestro hombre interior, a fin de que Cristo hiciera Su hogar en nuestros corazones. Primero, Cristo permanece en nosotros; después vive en nosotros y, finalmente, se establece permanentemente, haciendo Su hogar en todo nuestro ser. Por un lado, Cristo vive en nuestro espíritu, pero por otro, quizás no le demos mucho lugar para que viva en nuestra mente, en nuestra voluntad y en nuestra parte emotiva. Muchas veces, en nuestra experiencia, limitamos a Cristo sólo a nuestro espíritu. Si El intenta extenderse de nuestro espíritu a nuestra parte emotiva, tal vez no le permitamos hacerlo.

No es fácil darle al Señor la oportunidad de hacer Su hogar en nuestro corazón. Esa fue la razón por la que Pablo tuvo que pedirle al Padre que nos fortaleciera en nuestro hombre interior mediante el Espíritu, para que Cristo hiciera Su hogar en nuestros corazones. La Biblia revela que el corazón se compone de la mente, la voluntad, la parte emotiva y la conciencia. El corazón contiene al espíritu y abarca más que éste.

Cuando recibimos al Señor Jesús, El vino a nuestro espíritu, y ahora El vive allí. Al principio, quizás no le dábamos la oportunidad de vivir libremente en nuestro espíritu, y sólo le permitíamos permanecer allí con ciertas restricciones. Pero gradualmente, le dimos la oportunidad de vivir en nuestro espíritu libremente. Aun así, todavía nos resistimos a abrirle todo nuestro ser. Esta es la razón por la que necesitamos que nuestro hombre interior, nuestro espíritu regenerado, sea fortalecido. Entonces Cristo podrá hacer Su hogar en nuestro corazón. No sólo permanecerá y vivirá en nosotros, sino que se extenderá a cada parte de nuestro ser y se establecerá allí.

Es importante entender que Cristo debe ser aplicado a nuestra experiencia. El permanece en nosotros, vive en nosotros y desea hacer Su hogar en nuestro interior. En Gálatas 4:19 Pablo declara: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros”. El hecho de que Cristo sea formado en nosotros significa que El permanece en nuestro interior, que vive y se establece en nosotros, saturando cada parte de nuestro ser.

"El Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. (Hebreos 13:21-22)

"Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia" (Filipenses 1:21)

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