Cristo, el centro de todo



El antiguo testamento está lleno de figuras sobre Cristo, desde Génesis hasta el último libro. Nótese que El primer nombre que sale en el primer libro del nuevo testamento es Jesucristo (Mateo 1) y el último nombre que sale en apocalipsis es Jesús. Todo indica que el centro del antiguo y del nuevo testamento es Cristo. La Biblia es un libro único y muy singular, que refleja a Cristo como la realidad de todo lo positivo que existe en el universo.

El primer asunto que queremos considerar es Cristo en la Deidad. 

Incluso en la Deidad, Cristo es el centro. En la Deidad, hay tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu. El Padre es la fuente, el Espíritu es la comunicación, la comunión, la transmisión, y el Hijo, Cristo, es el centro. Todo lo que el Padre planeó y se propuso hacer está en el Hijo, es para el Hijo y se lleva a cabo por medio del Hijo, y todo lo que el Espíritu está haciendo es también para el Hijo. El Espíritu viene a dar testimonio del Hijo, a glorificar al Hijo y a hacer que el Hijo sea real para nosotros (Jn. 16:13-15). Por tanto, vemos que aun en la Deidad, Cristo es el centro.

Además, agradó a toda la plenitud de la Deidad habitar corporalmente en Cristo (Col. 1:19; 2:9). Si no tenemos al Hijo, no podemos tener al Padre. Si tenemos al Hijo, tenemos también al Padre, porque el Padre está en el Hijo (Jn. 10:38; 14:10-11) y el Hijo es la corporificación misma del Padre (Col. 2:9). Cristo es la imagen de Dios (Col. 1:15; 2 Co. 4:4b) y la impronta de la sustancia de Dios, es decir, la expresión de lo que Dios es (He. 1:3a). Aparte de Cristo, no podemos reunirnos con Dios ni tener a Dios. Cristo es Dios (Jn. 1:1; 20:28-29; Ro. 9:5). Por consiguiente, Cristo es el centro de la Deidad.

Lo segundo que queremos considerar es Cristo en el plan de Dios

Hemos visto claramente en Efesios que Cristo es el centro en la economía de Dios. En el plan de Dios, Cristo es la Cabeza a fin de reunir todas las cosas (Ef. 1:10). Todo el universo existe por causa de Cristo. Todo lo que Dios planeó, ha hecho y continúa haciendo tiene como objetivo que Cristo llegue a ser la Cabeza, el centro y el todo. Éste es el propósito eterno de Dios. La frase “hacer que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas” (Ef. 1:10), nos habla acerca de la economía divina. Por consiguiente, en el plan de Dios, en la economía de Dios, Cristo es la Cabeza y el centro. Cristo lo es todo.

El siguiente asunto que queremos considerar es Cristo en la creación de Dios, es decir, en la vieja creación.

 En la creación de Dios, Cristo es el primero, Aquel que tiene la preeminencia entre todas las criaturas. En la vieja creación, todas las cosas fueron creadas en Cristo, por medio de Cristo y para Cristo (Col. 1:15b-16). Además, todas las cosas se mantienen unidas, subsisten juntas y son cohesionadas en Cristo (v. 17). Podemos ver la belleza del universo y la unidad que hay entre todas las cosas de este universo. Si la luna se saliera de su órbita tan sólo unos pocos grados, las consecuencias serían terribles para la tierra. Sin embargo, hoy todo el universo funciona en buen orden. Esto se debe al poder de Cristo. Cristo es el poder por el cual y en el cual todas las cosas se mantienen unidas. Así pues, Cristo es el centro de la creación de Dios, y Él ocupa el primer lugar en toda la creación.

Cristo es el centro del universo, la esfera, la rueda y el eje de todo lo que subsiste. 

Es quien hizo todas las cosas, y todas se sujetan a Él, en un orden. Los científicos desconocen este hecho; sin embargo, los mejores científicos nos dicen que un maravilloso poder mantiene todo el universo unido. Este poder maravilloso es Cristo mismo. Cristo es tan amplio e inmensurable, que hablar de lo que Él es no tiene limites, ni hay suficientes palabras humanas para describirlo en profundidad.

Cristo es el Señor, la plenitud de la deidad, el misterio de Dios, el reino, las riquezas y la esperanza de Gloria, el preeminente en todas las cosas, el todo en todos y sobre todos. (Colosenses 2:2-9)

Con esto les he presentado de manera breve un cuadro de la centralidad y universalidad de Cristo. En la Deidad, Cristo es el centro; en el propósito eterno de Dios, Cristo es la Cabeza, el centro y el todo; en la creación de Dios, Cristo lo es todo, y todas las cosas son para Cristo; en la nueva creación, es decir, en la iglesia, el Cuerpo de Cristo, Cristo lo es todo; y en la vida cristiana, o sea, en nosotros los cristianos, Cristo debe ser el todo. Esto es muy claro.

Le pido al Señor que nuestros ojos sean abiertos para que podamos ver estas cosas de una manera cabal, al grado en que lleguen a ser muy claras para nosotros. Es preciso que veamos que Cristo es el centro, que Cristo es la circunferencia y que Cristo es el todo.

¡Señor Jesús, sé mi centro y mi todo! ni siquiera mi propia vida es el centro de mi existencia!

Libro: La Centralidad y universalidad de Cristo. (W. Lee)

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